He pasado muchos dias sin escribir en el blog.
Perdí la fé en la botella que lanza el naufrago con la creencia ciega de que algún barco la encontrará.
Hoy vuelvo después de haberme bebido un litro de cerveza fresquita casi de un tirón, y la extraña sonmolencia me produce nostalgia de escritura, querencia de palabras, y búsqueda de una explicación al porqué de mi ausencia.
Si dejo de escribir me convierto en un anónimo de mi mismo, un número difuso de D.N.I, que dejó de soñar y empezó a engordar y acercarse a vicios feos.
Hoy es mañana, y por eso tengo que escribir esto para darme cuenta que si no escribo no sirvo ni para mí ni para nadie.
No se que contar, perdí el hábito de escucharme, en este pueblo hay que hacer esfuerzos por no embrutecerse y convertirse en algo parecido a un gorrino cuya una preocupación es hartarse a carrajillos, copas de anis, piernas de cordero y berberecho fresco.