Esta tarde mientras organizaba las cosas para dos encuentros sensoriales en la biblioteca de Villena, me topé por casualidad con los libros malditos.
Libros que hablan de brujería, de sectas, del demonio. Me produjo escalofrios verlos, no me atreví a abrir ni una página.
El abismo de esos temas es tan grande que creo que no podría superarlo.
Las bibliotecas son lugares íntimo, los estudiantes se sumergen en sus libros y de vez en cuando alzan las miradas, que se cruzan entre unos y otros. Ocurren tantas cosas cuando no abrimos la boca.
Algunos dias es mejor ponerse un esparadrapo o coserse los morros para dejar de decir cosas que nadie oirá.
Nota: fui a la televisón y me volví a sentir como mono de feria.