Me gusta mucho contar cuentos en las bibliotecas.
Las bibliotecas son uno de esos pocos «templos sagrados » donde todavía uno puede sumergirse en el silencio.
El mundo cada vez es más ruidoso, me estoy dando cuenta estos último meses cuando trato de estudiar inglés en una aplicación de móvil llamada Duolingo. que me resulta extremadamente difícil escuchar las frases que me propone la aplicación, en la calle o en cualquier bar hay tanto ruido que cuando uno encuentra un espacio de silencio conecta verdaderamente con la serenidad necesaria para poder parar, para poder sentir «el aquí y ahora de la quietud», para entender que sin silencio no puede haber calma.
Las bibliotecas del futuro tal vez serán mucho más silenciosas, cuando ya a nadie le interese llevarse un libro físico a su casa porque puedes descargártelo en tu ebook, los libros quedarán entonces como objeto de museo para ser contemplados en un mausoleo de otra época en el que tocábamos, olíamos y nos hacíamos cómplices de las páginas amarillentas de un buen libro.
La narración oral surgió como necesidad de contar de transmitir a los que vienen lo que pasó, lo que vivimos, lo que sentimos y hoy se puede decir que es un milagro que se pueda seguir contando.
Quizá en el futuro la biblioteca será el último refugio para los «narradores orales» y aquellos que todavía creen en el poder creador de la palabra. Lo que hablas es lo que creas.
Cada noche mi hijo menor me pide un cuento, porque sabe que su habitación se poblará de seres que el mismo imaginará y que le harán despertar hacia el «otro lado de la realidad», aquella que no vemos, que sólo es tangible para el corazón. Y el sabe que ese mundo es más inmenso que el físico. Porque caducamos y nos convertimos en polvo, pero las historias que plasmamos en papel quedan para aliento y sugerencia que despierta y revive lo que en algún día lejano ocurrió o alguien imaginó.
El próximo 29 de enero comienzo la campaña de animación lectora en las Bibliotecas Públicas Municipales de Villena con el ánimo de sembrar palabras que ahonden en la «memoria poética» de los infantes y con la esperanza de que estos pequeños sabios cuenten por la noche dentro de 30 años a sus hijos historias que puede sean contadas también a los hijos de sus hijos.
Palabra de cuento
Amen