Imagino un cliente en su habitación de hotel.
El client@ descuelga el teléfono.
Llama a recepción y pide un cuenta-cuentos para adultos.
El narrad@r oral sube a la habitación con su maleta de cuentos.
El client@ elige.
El client@ se acuesta.
El narrad@r oral lo tapa.
El narrad@r oral le pregunta al cliente si desea la luz encendida o apagada.
El client@ escucha el cuento solicitado.
El narrad@r narra.
Si el cliente se duerme, el narrador deja lo que falta del cuento por escrito en un sobre impregnado de lavanda.
Si el client@ solicita otro cuento se le narrará otro a mitad de precio.
Si el client@ pide un tercero se le regala.
Imagino un hotel de cuentos.
La librería ocupa el hall. En las habitaciones hay libros a elección del cliente. Se realizan sesiones de ilustración y narración a las horas punta.
La piscina está plagada de frases de autores universales.
Las habitaciones tienen nombre de literatos.
Los cuadros representan escenas míticas de la literatura.
Se realizan encuentros, festivales y maratones de narración cada mes.
Los camarer@s recitan.
¿cómo es posible que de los 17069 hoteles que hay en este país, ninguno sea de cuento?