miguel angel montilla

Museo de la tradición Oral.

Ando finalizando la segunda campaña de animación lectora de las bibliotecas públicas municipales de Villena.

Una cosa estoy aprendiendo, escuchar historias es vital para el ser humano.

Necesitamos que nos cuenten historias para crear una imagen de nuestro mundo.

La palabra crea un universo necesario para que los más pequeños sientan donde viven y les de sensación de pertenencia a la comunidad, al entorno, al acervo cultural de su pasado relatado en cuentos, leyendas, mitos y toda una tradición oral que se pierde si los narradores orales no seguimos día a día rescatándola de la memoria del olvido.

Mi vecino Jesús fallecido hace unos meses, oriundo de  un pueblo llamado Tablas de Daimiel, era analfabeto pero eso no era óbice para que en la noches de verano que me sentaba a su lado me narrara historias de su tierra que su abuelo le contó y que tal vez el abuelo de su abuelo escuchó a su abuelo.

Esa rica tradición oral que da sentido a la identidad de un pueblo se esfuma en un mundo demasiado ocupado en los placeres inmediatos, demasiado pendiente de las imágenes de las pantallas, demasiado pendiente en lo que pasa fuera de uno mismo.

Así como hay museos arqueológicos que nos recuerdan que vivieron los etruscos, los sufís, o los nómadas musterienses, debería existir una apartado en estos museos llamado el de la “memoria de las palabras”, para que no se olviden los romances, los chascarillos, la adivinanza, el verso, el palíndromo, ect.

Es urgente grabar en video toda la tradición oral que albergan las personas de más de 60 años.

Perderla significa ir desmemoriados por la vida, borrar de un plumazo de donde venimos, olvidar quien somos, denostar nuestro pasado literario popular es crear una sociedad de sumisos que carentes de historia viven de la historia de una marca comercial, de un slogan político o de una tendencia que marca una multinacional.

Me dá escalofríos pensar que mis nietos utilicen el lenguaje solamente para describir datos técnicos y necesarios en una vida en la que la vida de las palabras quede encerrada en museos de arqueología antropolingüistica.

Nota: vuelvo a reivindicar desde aquí espacios para la narración oral en la calle. Narradores orales que circulen por parques, azoteas, escalinatas y que pueblen de historias los espacios de “SILLA AL FRESCO”, esta primavera sal de tu casa. Narra y escucha.

 

mamproducciones1612

 

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