miguel angel montilla

Campaña animación lectora Bibliotecas Públicas de Villena.

Contar un cuento a un niño es algo más que entretenerlo, es abrirle un imginario nuevo, es empoderarlo para que el mismo saque sus propias conclusiones. Por eso hay que tener cuidado de lo que se cuenta para no inducir a los niños con dogmas que le hagan ver la realidad con un solo prisma.

Cada día que cuento en las Bibliotecas de Municipales, en este caso de Villena, me doy cuenta de la enorme responsabilidad que supone el lanzar mensajes a los niños que den apertura , que abran su mente, que les haga recapacitar, ser críticos con un sistema que nos tiene como adormecidos pero que al tiempo nos merecemos porque lo hacemos real.

Cada vez me gustan más los cuentos cuyo final no es predecible, cuyo final rompe la norma de lo que se supone que tiene que ser, los que apuestan por el pensamiento divergente que se sale de lo que marca un paradigma mental obsoleto y obtuso.

Por ejemplo cuento la historia de un ladrón que roba a un niño, al principio el ladrón parece malo, luego resulta que roba para comer, el niño lo entiende y lo libera, se convierten en grandes amigos. A veces quien te agrede es porque te necesita.

El que te roba te está ensañando que tú mismo no robes.

O el sultán que tenía un palacio lleno de queso y que estaba invadido de ratones hasta que aprendió a comer lo que necesita y a no ostentar, ni tratar de demostrar que era rico y que podía poseer todo el queso del mundo.

De todo lo que ostentas algún día sentirás que te falta. Es una ley de equilibrios.

O la Cigarra y el ratón que elige al marido que no le pide casarse con ella, que no le muestra quien es él, sino quien podemos ser juntos,

O el amigo que regala un sombrero a su camarada y viendo que es grande se pasa toda la noche encogiéndolo con agua calentita y calefacción, sin explicar que lo hizo, simplemente por el placer de hacer cosas por las personas que quieres.

El cuento tiene el poder de hacernos ver el mundo con su miseria y su grandeza y en él reconocemos quienes somos y en que hemos convertido este mundo. Al creer a pies juntillas que es real y darle el placer al “ego” de creerlo también.

Vivimos en una ilusión y creamos nuestra realidad y tenemos la vida que cada uno proyecta con su mente. 

La vida es un sueño, lo decía Calderón, lo corroboraba Shakespeare lo asentía Cervantes y todos nos lo contaron a través de grandes cuentos.

Cada día en esta campaña me pregunto si las semillas en forma de palabras germinarán, si no es así lo único que me queda sentir es que hago lo que debo, y me debo a lo que hago.

uno y siete rodari

 

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